Sin duda el verano es la estación más divertida del año: vacaciones, viajes, playa, excursiones, barbacoas, terrazas, copeteo… Y ya si eres futbolero la diversión está más que garantizada. Sí, ya sé que muchos me rosmaréis y me diréis que no estáis de acuerdo porque no hay partidos de competición y que las pachangas en las que se han convertido los hace años prestigiosos torneos de verano no sacian vuestras ganas de buen fútbol.
Pero lo cierto es que seguro que os lo pasáis tan bien como yo siguiendo activamente la sucesión de noticias – muchas de ellas disparatadas – que provoca el mercado de fichajes. Y ya no digamos si el seguimiento se hace sentado cómodamente leyendo tuits a la sombra de unos manzanos o acodado en la barra de un chiringuito de playa con una cerveza bien fresquita repasando las portadas de la prensa deportiva del día.
Independienteente del mayor o menor acierto de las supuestas «exclusivas» que han intentado colarnos en los últimos meses, lo que que resulta realmente tronchante es escuchar las declaraciones de los protagonistas del mercado cuando se consuman las negociaciones y acaban firmando por su nuevo equipo. Entre las más destacadas, he rescatado las siguientes:
He cumplido un sueño: soniquete obligatorio que normalmente va acompañado de un beso en el escudo del equipo al que, hasta hace un par de meses, se había enfrentado a muerte. Y aquellos que unas temporadas antes habían abandonado “el equipo de sus sueños” por un quítame allá unos euros, cuando regresan a su club de origen suelen añadir estoy muy contento de volver porque esta es mi casa.
Quiero ayudar al equipo: normalmente va seguido del recurrente “y a jugar donde el entrenador me ponga”. Palabras tan bonitas como huecas, ya que cuando el entrenador de turno piensa que la mejor forma de ayudar al equipo es sentándole en el banquillo, ya tenemos jaleo a la vista, seguido de solicitud de entrevista con el presidente y petición de la carta de libertad para ir a ayudar a otro equipo.
Vengo a aportar sudor: comentario chabacano y poco higiénico; de un mirlo blanco que ha costado una pasta se espera temple, control, calidad, desborde, contundencia, regate, liderazgo, remate… ¡pero no sudor! De todas formas, estas declaraciones suelen gustar a los aficionados y normalmente aparecen como titular en la prensa del día siguiente.
Estoy aquí para aprender: lo que podríamos calificar como falsa modestia o humildad mal entendida, realmente es una tomadura de pelo; si yo soy el presidente de un club que ficha a un jugador que nada más llegar confiesa abiertamente “yo vengo a aprender”, en ese momento reconozco públicamente que me he equivocado y le rescindo el contrato. Aclaración para incautos: un equipo profesional no paga por enseñar.
Pues nada, seguiremos atentos porque hasta el cierre del mercado seguro que algún tuercebotas de los que campan por nuestros campos de fútbol nos regalará alguna perla más. Por cierto, si conocéis alguna más, no dudéis en compartirla con nosotros para añadira a este catálogo.