Laporta y Xavi se ríen del barcelonismo comiendo sushi

«Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo» – Abrahan Lincoln, Presidente de Estados Unidos

La ópera buffa, en contraposición con la ópera seria, es una composición musical de carácter cómico o burlesco que surgió en Nápoles a principios del siglo XVIII y que alcanzó su máximo esplendor en la tarde-noche de ayer en la casa del presidente del Barça, Jan Laporta. Y es que no encuentro una mejor forma de catalogar la reunión que mantuvieron el alto mando del FC Barcelona con Xavi y su staff (por cierto, horroroso anglicismo tras el cual se ocultan muchos ineptos) en la cual se acordó que el entrenador cumpla su contrato, lo que implica su continuidad en el banquillo culé por una temporada más.

No debería ser noticia que una empresa y un trabajador respeten un contrato firmado y que apuesten por que se cumpla, a no ser que el propio trabajador hubiese anunciado con repique de bombo que se iría al acabar la temporada, en lo que vendría a ser un cese en diferido aceptado por el empleador. Además, cuando el propio trabajador insistió, cada vez que le ponían un micrófono delante, que su decisión no tendría marcha atrás y, se suponía, que se le estaba buscando sustituto.

Y en esas estaban en Can Barça hasta que hace unos días empezó un runrún que parecía apostar porque Xavi quería rectificar y que su cambio de decisión no estaba mal visto por el presidente Laporta, a la sazón miembro plenipotenciario de la Comisión Deportiva, en la que parece que Deco o Krkic pintan lo mismo que Negreira en sus tiempos en el Comité Técnico de Árbitros.

La decisión sobre la continuidad de Xavi puede ser analizada y/o criticada desde un punto de vista deportivo, económico, de resultados, de proyecto… y seguramente haya opiniones para todos los gustos y argumentos para defender una u otra postura, y dé para debatir y para rellenar páginas de periódicos, horas de tertulias de radio y apasionantes y acaloradas discusiones tuiteras.

Pero lo que no tiene un pase son las formas elegidas; y es que desde hace años un club con la grandeza del Barça muestra una alarmante falta de profesionalidad en muchas de las áreas de su organigrama, principalmente en la de comunicación. Y es que no puede ser que la reunión que nos ocupa se desarrolle en una residencia particular, con la prensa en el portal retransmitiendo en directo las entradas y salidas de los protagonistas, y la llegada de los repartidores de comida a domicilio. Todo inexplicable, surrealista y abracadabrante.

Una institución como el FC Barcelona necesita la presencia de los mejores profesionales, no solo en el banquillo y en el campo, sino también en sus servicios médicos, jurídicos, marketing, finanzas, comunicación… y, por supuesto, en su dirección. Y ahora mismo -y por desgracia- es lo más parecido al ejército de Pancho Villa, con un liderazgo personalista que se ha ido rodeando de amiguetes, familiares y pelotas para cubrir los puestos vacantes que han ido dejando sucesivamente profesionales de reconocido prestigio.

Y mientras no se consiga esa excelencia, la noticia será que Laporta se traga sus palabras de “conmigo, perder tendrá consecuencias” y Xavi las suyas de “me voy en junio”, mientras se ríen del barcelonismo hacíendose cucamonas y celebran su tropelía ante un plato de sushi. @Bajarlaalpasto

 

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