Luis Enrique cumple, la caverna regurgita

«El éxito llega para todos aquellos que están ocupados buscándolo.» – Henry Thoreau, escritor y filósofo estadounidense.

Domingo por la noche. La selección española derrota a Suecia, en la Cartuja se celebra a lo grande, el fútbol español estará presente en la Copa del Mundo que se celebrará en Qatar dentro de un año y los pesebreros que (des)informan desde sus estercoleros mediáticos tienen que mostrar una alegría fingida y esperar a mejor ocasión para pedir la cabeza de Luis Enrique.

Tras una fase clasificatoria impecable – 6 victorias, 1 empate y 1 derrota – el seleccionador asturiano ha demostrado que estaba en el buen camino, iniciado con una espectacular Eurocopa, continuado por una impactante fase final de Nations League y rematado con una clasificación para el Mundial por la puerta grande. Todo ello apoyándose en un grupo cada vez más numeroso de futbolistas que han ido entrando y saliendo de las convocatorias, pero que han demostrado una implicación y una fidelidad inquebrantable a la idea propuesta por Luis Enrique, aceptando todos ellos su papel, más o menos trascendente.

Y es que uno de los principales méritos del seleccionador es haber formado un equipo que más se parece a un club que a una selección, en el que el líder da órdenes desde la banda y antes y después se sienta ante los medios para asumir toda la presión. Porque vivimos en el país en el que hay más entrenadores de fútbol por metro cuadrado del mundo – al igual que médicos, economistas, virólogos y, últimamente, hasta vulcanólogos -, en el que muchos se creen que la clasificación para ir a un mundial la regalan en una tómbola, cuando lo cierto es que desde 1978 solo cuatro selecciones (Brasil, Argentina, Alemania y España) han conseguido estar en todas las fases finales.

Y todo ello teniendo en contra al aparataje mediático españoleiro que, convocatoria sí y convocatoria también, se dedicaron a enfangar el trabajo de Luis Enrique, criticando las presencias y lamentando las ausencias de jugadores afines a sus intereses. Porque la caverna nunca descansa, y empezaron atizándole por la lista para la Eurocopa, desprestigiaron el papel en la Nations League y acabaron atacando a Gavi, un chaval de 17 años cuyo pecado es haber irrumpido en el fútbol español con un desparpajo impropio de su edad.

Por eso resultó patético ver como el pasado domingo, después de confirmarse la presencia de España en Qatar, muchos de los periodistas que llevaban meses esperando el fracaso de Luis Enrique, publicaban mensajes en sus redes sociales celebrando la clasificación de una manera forzada, por lo que tuiteé que «He visto gente entrando en un quirófano que transmitía más alegría que estos pesebreros», ilustrado con estos tres tuits:

 

 

 

 

Para afrontar el mundial de la mejor forma posible, sería deseable que de aquí a un año el fútbol español se sacudiese sus complejos, aparcase los antis, saliese de sus trincheras y se uniese en torno a la figura del seleccionador y de sus elegidos. Pero como ya tengo cierta edad y me he papado todos esos mundiales desde 1978, me temo que mi deseo acabará en el cubo de la basura, y que a Luis Enrique le darán más palos que a una estera y sufrirá el llamado fuego amigo, tal y como les ocurrió en otras citas mundialistas a Kubala, Santamaría, Clemente o Luis Aragonés.

Ahora bien, como al bueno de Lucho le dé en Qatar por sacar a pasear su gran rabo asturiano (perdón, no es una ordinariez, sino una licencia literaria) y España levante la Copa, todos esos mismos paniaguados se unirán a la fiesta, meterán sus lorzas en una camiseta roja, ondearán una bandera y cantarán a voz en grito el porompompero, ¡no lo dudéis! @Bajarlaalpasto1

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