Tras muchos años intentándolo y gracias a la sangría de millones de libras que año tras año le ha ido inyectando su propietario, el multimillonario ruso Roman Abramovich, el Chelsea ha conseguido proclamarse campeón de la Champions League, la competición futbolística por equipos más prestigiosa a nivel mundial.
El equipo londinense comenzó el torneo encuadrado en el grupo E de la fase de grupos, con Bayer Leverkusen, Valencia y Genk, demostrando ya desde el primer partido que iba a convertir su campo de Stanford Bridge en factor determinante para ir avanzando en la competición. Así en esta primera fase se clasificó como primero de grupo, tras ganar sus tres partidos en casa, y empatar dos y perder uno como visitante.
Una vez en las eliminatorias se deshizo en octavos de final del Nápoles, remontando en casa y en la prórroga el 3-1 en contra cosechado en tierras italianas; en cuartos supero al Benfica derrotándole en dos partidos muy ajustados; y en semifinales se impuso al Barça con una increíble victoria por 1-0 en Stanford Bridge y un inmerecido empate a dos conseguido en el Camp Nou.
Además, mediada la temporada el entrenador Vilas Boas fue destituido debido, principalmente, a los malos resultados que estaba teniendo en la PremierLeague. Su sustituto, el exjugador del equipo blue Di Matteo, devolvió el protagonismo a la vieja guardia (Terry, Lampard, Drogba), armó un equipo defensivo basado en el músculo y dejó como único recurso ofensivo la inspiración de un Drogba que jugó un último tramo de competición sencillamente espectacular.
En la final se encontró con un Bayern de Munich muy crecido, tanto por su condición de local como por haber eliminado en semifinales a un Real Madrid construido, como el Chelsea, a golpe de talonario. El partido disputado en el impresionante Allianz Arena no fue digno de una finalísima de la Champions, a no ser únicamente por la emoción del resultado; pero el juego fue pobre y ramplón, motivado una vez más porque Di Matteo atrincheró a su equipo muy atrás, dejándole todo el campo a los alemanes, para atravesar en contadas ocasiones el centro del campo.
Pero la inspiración de Cech y la pegada de Drogba fueron argumentos suficientes para jugarse el título en la lotería de los penaltis, en donde el portero checo volvió a demostrar, como ya había hecho ante Messi en semifinales y ante Robben en la prórroga de la final, que tiene una intuición especial, ya que adivinó por donde iban todos los lanzamientos de los discípulos de Heynckes.
En el deporte en general y en el fútbol en particular es una pérdida de tiempo hablar de justicia o injusticia. El resultado que vale es el que se da en el terrero de juego, y ahí los blues demostraron que se puede ser campeón con un fútbol rácano y aburrido. A todo amante del fútbol le produce sonrojo ver como Drogba acabó en el Camp Nou jugando como lateral izquierdo o como Torres se situó pegado a su lateral derecho en los minutos que jugó de la final. Es más, a pesar de haber conseguido tan ansiado título, parece que las horas de Di Matteo en Stanford Bridge están contadas.
Pero es cierto que para que un equipo pueda jugar así, tiene que tener enfrente a un rival que ofrezca otro estilo y que quiera el balón y atacar. Porque ¿quién se atreve a responde a la pregunta: alguien pagaría por ver un partido en el que los dos equipos jugasen como el Chelsea? Esperamos vuestros comentarios.
Amigo Alejandro, no puedo resistirme a hacer unos breves comentarios sobre dicha final. No cabe duda que el Bayern lo intentó, quiso jugar al ataque, nada mas que 20 corners a favor y 1 por parte del Chelsea (el del golazo de Drogba, por cierto, si entra el cabezazo de Riki en el último minuto en Chapí….).
La final de la Champions es interesantísima para los estudiosos y los tácticos, pero a los aficionados nos gusta el otro fútbol, el de ataque, el de toque y el que genere goles.
Al final si prescindimos de ello, ¿sería posible jugarlo sobre un tablero de ajedrez y evitar todo esto?
Desde tu página reivindico el fútbol de ataque y dejar la táctica del autobús y el catenaccio para los equipos italianos, a pesar de que les ha ido bien (3 campeonatos del mundo y 12 copas de Europa).
Por cierto, lo siento por Robben, es un buen jugador y ya se le ha quedado cara de tonto varias veces, la última en la final del mundial contra España.
De esta final, lo positivo es las subidas por banda de Lahm y el tremendo trabajo de impronunciable Schweinsteiger, a la consagración de Cesch como uno de los mejores porteros del mundo y, como no, al león Drogba.
No puedo salir de aquí, sin el comentario de un deportivista: Sr. Oltra, hay que tomar nota de cómo hay que defender, no todo, pero un poquito sí, al Dépor le han metido muchos goles.
¿Por qué le llamáis Cesch? Y no fue sólo inspiración, lo de Cech, puesto que él mismo reconoció haberse pasado horas y horas estudiando los penalties chutados por el equipo alemán, y teniendo en cuenta que es superdotado reconocido, pues más que a inspiración se lo deberíamos achacar a su inteligencia…
Tienes toda la razón, muchas gracias por avisarnos del error (acabamos de corregirlo).
Cech es un gran portero; pero no me negarás que, por mucho que los haya estudiado, no es normal que se haya tirado al lado correcto en SIETE penaltis consecutivos (incluyo los de Messi y Robben)… intuición, inspiración, inteligencia, suerte… supongo que habrá sido una mezcla de todo.
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