Vinicius lucha contra el racismo ‘a lo Panenka’

“Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve” – Martin Lutero, teólogo alemán.

Antonín Panenka fue un futbolista checoslovaco que pasó a la historia de fútbol por haber marcado el penalti decisivo que le dio a su país el título de campeón en la Eurocopa disputada en Yugoslavia en 1976, derrotando en la final a la Alemania que llegó al torneo con la vitola de ser la campeona del mundo dos años antes. La Mannschaft se presentaba como la máxima favorita, al mantener en su selección a varios de los mejores futbolista de aquella época, como Maier, Beckenbauer, Vogts, Bonhof o Hoenes; pero una final trepidante que finalizó tras una prórroga con empate a dos goles, se resolvió en el ultimo penalti con una genialidad de Panenka, quien batió al gran Sepp Maier con un toque suave y en forma de medio vaselina nunca visto hasta esa fecha, quedando bautizado desde ese momento con su apellido ese tipo de lanzamiento.

Reconozco que me molesta mezclar el nombre de un gran tipo como Antonín con el de Vinicius, con quien nada tiene que ver, a no ser que tomemos el término ‘a lo Panenka’ como sinónimo de ‘con engaño’, que es lo que voy a hacer. Y es que al futbolista brasileño del Real Madrid, jaleado por unos medios de comunicación al servicio del nazionalmadridismo, lo han convertido en el abanderado de una supuesta lucha contra el racismo, por el simple hecho de que los cuatro tarados que siempre acuden a los estadios han reaccionado a sus continuas provocaciones con insultos de dudoso gusto.

Vinicius llegó al fútbol español tras un fichaje multimillonario en el que Florentino Pérez, demostrando su poderío al frente de un Club-Estado, se comprometió a pagar más de 60 millones de euros (entre fijo, variables, comisiones variadas y primas para los familiares) por un imberbe que pocos destellos balompédicos había mostrado en el planeta fútbol, aunque después en una de las Asambleas del club le vendió a sus compromisarios-borregos que se trataba de un canterano salido de La Fábrica de Valdebebas, factoría que, por cierto, debería llevar años cerrada por falta de producción.

Desde su aterrizaje en el fútbol español, el brasileño tuvo problemas en todos los campos que visitaba, tanto con los contrarios como con las aficiones rivales, por su actitud chulesca, sus gestos provocadores y sus ademanes antideportivos, todo ello con el consentimiento de unos árbitros que preferían mirar para otro lado y tragarse su dignidad antes que mostrarle la tarjeta roja, y a los que, en agradecimiento, acabó enfrentándose conocedor de su impunidad.

Su carrera iba transcurriendo por la liga entre polémicas y piques, hasta que el 21 de mayo de 2023 prendió la traca (nunca mejor dicho) en el partido disputado en Mestalla frente al Valencia. A falta de 20 minutos el Real Madrid iba perdiendo y, tras una jugada protagonizada por el ‘7’ madridista, que finalizó con un incidente en apariencia nimio, el brasileño montó la enésima tangana en un encuentro que ya estaba caliente, hasta acabar encarándose con la grada, dirigiéndose fuera de sí a un par de aficionados que se encontraban situados detrás de la portería local.

Bronca, jaleo, partido parado, Lucas Vázquez queriendo apagar el fuego con gasolina, Vinicius amenazando con abandonar el campo, Ancelotti diciéndole que se quedase y que pelillos a la mar y el colegiado De Burgos Bengoechea asegurando que suspendería el partido si se reprodujese algún episodio similar. Para completar la antología del disparate, resaltar que fue Rüdiger -¡Rüdiger!- el encargado de calmar los ánimos y de pedir sosiego. Y el Madrid, una vez más, ya había conseguido su propósito de embarrar un partido que estaba a punto de perder, y es que eso es algo consustancial al ADN merengue.

Desde ese momento y hasta el final, un Vinicius desquiciado no dejó de protagonizar una sucesión de secuencias lamentables, con la complicidad de su entrenador que no lo sustituyó viendo como estaba el percal, que finalizaron con una agresión a Hugo Duro, lo que motivó su expulsión. Para completar su actuación estelar, de camino a los vestuarios, y después de desafiar al árbitro, se dirigió a la grada haciéndole el gesto con los dedos de “a Segunda”, con lo que consiguió caldear aún más el ambiente.

A partir de ahí, estaba cantado que sobre el brasileño recaería una sanción ejemplar tras haberse encarado con rivales, aficionados, árbitro y cualquiera que osase cruzarse en su camino. Pero el Comité de Competición de la RFEF, en un giro de guion inesperado, le retiró la tarjeta roja por un quítame allá esas pajas, por lo cual no tuvo ningún castigo, recayendo las sanciones sobre el club che, en forma de cierre de la grada Mario Kempes y multa de 45.000 euros, por insultos racistas del público.

De esa forma, Vinicius salió elevado a los altares, siendo considerado como un icono de la lucha contra el racismo, contando con el apoyo del presidente Lula da Silva, quien ordenó que se apagase la iluminación del Cristo Redentor de Río de Janeiro, llegando su caso a la ONU hasta ser nombrado Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO y de concederle el Premio Sócrates en la Gala del Balón de Oro por su labor de concienciación social contra el racismo. Y así San Vini quedó equiparado a Gandhi, a la Madre Teresa de Calcuta o a Martín Luther King en su lucha por los derechos de las víctimas de violencia racial, habiendo quien insinuó sino podría ser un hijo secreto de Rosa Parks y Nelson Mandela.

Chascarrillos aparte y tratando este tema con la seriedad que requiere, lo único cierto es que el público de todos los estadios del fútbol español no dirigen a Vinicius insultos racistas, sino que responden con abucheos y alguna que otra lindeza al mal comportamiento que tiene el jugador sobre el campo. Protestas, insultos, empujones, desplantes y gestitos provocadores forman parte de su repertorio, por lo que no se recuerda cuándo fue el último partido en el que no protagonizó ninguna trifulca. También sería deseable que a los cuatro tarados que sí profieren barbaridades del tipo ‘negro de mierda’ o ‘mono’ siempre fuesen identificados y detenidos, y se les expulsase de los estadios de fútbol, además de aplicárseles las penas o sanciones que estén tipificadas penalmente por sus acciones.

Pero lo que es injusto es demonizar al fútbol español acusándole en su conjunto de racista, o como hicieron Vinicius y el campechano de su entrenador tras el bochorno vivido en Mestalla al tildar también de racista a todo el público valenciano, aunque después se apresuraron a matizar sus acusaciones. Y es que una prueba de esto es que, como se repite día sí y día también, en el once titular del Madrid figuran seis o siete jugadores de raza negra, como él, sin que ninguno de ellos haya tenido el más mínimo problema de índole racista en ningún campo.

Entre las medidas que puso en marcha la Federación para combatir la inventada “lacra del racismo que está instalado en nuestra sociedad” se juntaron las de actualizar los protocolos para agilizar las actuaciones contra episodios racistas, xenófobos o de odio, con la de pactar un partido amistoso con la Confederación Brasileña de Fútbol que sirviese para dar visibilidad al presunto problema. Como marco para la disputa de dicho partido se acordó que fuese en el Estadio Santiago Bernabéu, lo cual no dejó de tener su miga, ya que como había contado Paco Gento, leyenda del Real Madrid y presidente de honor de la institución merengue, el presidente que dio el nombre al estadio tenía toques racistas, al recordar que “Santiago Bernabéu no quería negros en el club, era un poco maniático”. Y también es verdad que en dicho estadio siempre camparon a sus anchas los Ultra Sur -grupo de ideología nazi, racista y xenófoba- teniendo incluso en sus instalaciones dependencias a sus disposición para guardar banderas, pancartas y otros materiales no considerados precisamente como de animación.

El evento tuvo una presentación sencillamente sonrojante, con una rueda de prensa en la que nuestro Nelson Mandela de Hacendado demostró ser mejor actor dramático que futbolista, lloriqueando y gimoteando mientras decía entre sollozos que cada vez tenía menos ganas de jugar al fútbol, algo que es falso de toda falsedad, a no ser que se haya puesto celoso viendo lo bien que trató Florentino Pérez a Ilia Topuria y esté pensado en pasarse a la UFC. Todo la actuación estaba guionizada y fue grabada por las cámaras de Netflix, en lo que será un capítulo más del documental que la plataforma de streaming está preparando y que, probablemente, se titule «Vinicius, el racismo y el coño de la Bernarda».

Por lo que se refiere al partido, se disputó tal y como estaba previsto, en un ambiente bullanguero, con los aficionado brasileños animando a la canarinha y con los aficionados españoles… pues animando también a la verdeamarela, llegando a silbarle incluso al capitán del combinado español; y también, tal y como estaba previsto, el amistoso acabó como el rosario de la aurora, protagonizado cómo no por nuestro insigne luchador por los derechos sociales de pacotilla, que desplegó ante un público entregado a la causa todo su repertorio de malos modos y bufadas, olvidándose de jugar al fútbol y demostrando, una vez más, que le falta mucho para entrar en el olimpo de los dioses futbolísticos. Durante el partido le hizo una llave de judo a Lamine Yamal, tuvo un rifirrafe con Laporte y se fue a por Morata cuando ya estaba el encuentro finalizado, organizándose una montonera como cierre de la velada contra el racismo. En resumen, sus estadísticas fueron cero goles, cero asistencias, cero regates, dos tanganas… ¡baila Vini, baila!

Para finalizar, solo quiero destacar que mucho más repugnante que el racismo, es su utilización para la promoción personal y para fines espurios, porque desde ese momento la lucha por la igualdad y la dignidad y la denuncia de cualquier tipo de discriminación pierde todo su sentido. Así es que ojalá que dejemos el nombre del bueno de Panenka solo para referirnos a la obra de arte que se inventó hace ya casi 50 años, y no tengamos que invocarlo para desacreditar la pelea por la consecución de un fin noble, por culpa de las ensoñaciones y los delirios de grandeza de un cabeza de chorlito. @Bajarlaalpasto

Todos ganan con la salida de Coutinho

«Las despedidas siempre duelen, aun cuando haga tiempo que se ansíen.»  – Arthur Schnitzler, narrador y dramaturgo austríaco.

Dos verdades absolutas e indiscutibles sobre el periplo de Coutinho en el FC Barcelona:

1.- En su momento, y tras la marcha traumática de Neymar, el fichaje de Coutinho, independientemente de su coste y de convertirse en el más caro de la historia de club, generó una gran ilusión en el barcelonismo porque era el jugador más apetecible que ofrecía el mercado.

2.- Justo cuando se cumplen cuatro años de su llegada al Camp Nou, con un paso por el Bayern, la salida del brasileño era un clamor por no haber cumplido las expectativas deportivas y existir una discordancia sonrojante y manifiesta entre su ficha y su rendimiento sobre el campo.

Por eso, y después de haber desaprovechado innumerables ocasiones para convertirse en el líder del Barça, la mejor solución tanto para el «¿centrocampista, interior, delantero, extremo, mediapunta?» como para el club era negociar su marcha de forma que el jugador, con un Mundial a la vuelta de la esquina, volviese a recuperar sensaciones, al mismo tiempo que el FCB se liberaba de parte de una ficha desorbitaba que estaba lastrando que cuajasen otras operaciones.

Así, la confirmación de su cesión al Aston Villa hasta final de temporada, asumiendo el club inglés buena parte de sus retribuciones, produce un win-win de manual, al salir beneficiadas las cuatro partes implicadas en esta historia:

1.- El FC Barcelona: libera, posiblemente, la ficha más alta de su plantilla y rebaja masa salarial que le ayudará a cumplir con el fair play financiero para así poder inscribir nuevos jugadores, y se desprende de un futbolista alejado de su mejor versión y que, de seguir, podría lastrar la progresión de la perlas de la cantera azulgrana al quitarles minutos.

2.- El Aston Villa: instalado en la parte media de la tabla de la Premier y alejado de los puesto que dan acceso a competiciones europeas, el equipo villano está en un proceso de transición liderado desde el banquillo por Steven Gerrard, excompañero de Coutinho en el Liverpool, y seguro que uno de sus valedores para su aterrizaje en Villa Park.

3.- Coutinho: necesita encontrar un hábitat propicio para recuperar su mejor versión, alejado de los focos y de la repercusión mediática de un equipo como el Barça, y de jugar libre de presión para poder volver a disfrutar del fútbol. Y qué mejor lugar que en un equipo de perfil bajo y dirigido por un entrenador que conoce a la perfección lo que puede darle.

4.- La ‘canarinha’: en año de mundial todos los futbolistas con posibilidades de acudir tienen esa fecha grabada en sus cabezas. Y Coutinho sabe que la única forma de entrar en la lista es jugando con asiduidad y siendo importante en su equipo, consciente de que Tite ha contado con él siempre que ha rendido a buen nivel.

En principio, parece que el acuerdo entre FC Barcelona y Aston Villa es por la cesión del jugador hasta final de temporada, haciéndose cargo el club inglés de un porcentaje alto de su ficha y con una opción de compra, desconociéndose hasta el momento los importes de dichas operaciones. Lo que sí es una realidad es que Coutinho volverá a la Premier… y ojalá que por muchos años. @Bajarlaalpasto

 

Luces y sombras en el regreso de Dani Alves al Barça

«Llevo a mis hijos a todas partes, pero siempre encuentran su camino de regreso a casa.» – Robert Orben, escritor norteamericano.

Dani Alves podía haber anunciado su vuelta al FC Barcelona utilizando las mismas palabras que pronunció Josep Tarradellas cuando volvió del exilio tras la muerte de Franco y al inicio de la transición con Adolfo Suárez: «Ja sóc aquí». Es cierto que el molt honorable president se pasó 38 años en el exilio y el lateral brasileño ‘solo’ cinco, pero es que, según él mismo ha confesado en sus redes sociales, le han parecido una eternidad.

Tras la sorpresa y las dudas iniciales, el regreso de Alves al Camp Nou ha sido celebrado mayoritariamente por la afición culé, aunque también ha habido voces discordantes, lo cual es bueno siempre que el debate se plantee en términos constructivos y no, como suele ocurrir históricamente en nuestro querido Barça, para atacar al que piensa distinto.

Nadie pone en duda que Dani Alves es un jugadorazo, con un currículum deportivo espectacular y que a su carácter ganador, suma un carisma que pocos poseen. Y seguro que para Xavi esas cualidades han pesado más en la balanza, antes que la edad, el que lleve meses sin competir y que hasta enero, con la apertura de un nuevo mercado, no pueda jugar con el equipo.

Del otro lado, hay quienes critican precisamente que, cuando se esperaba que la anunciada revolución de Laporta comenzase por agradecerles los servicios prestados y enseñarles la puerta de salida a las vacas sagradas, ahora se traiga de vuelta al que será el jugador más veterano de la plantilla, con lo que queda demostrado que el manido discurso simplista de que los fichajes cierran el paso a los canteranos se utiliza siempre a favor de obra.

Porque la pregunta es obligatoria y es ¿qué habría pasado si Bartomeu y Koeman hubiesen fichado a un jugador semirretirado, cerca de entrar en la cuarentena, para jugar por delante de Dest (21) o Mingueza (22)? Pues que no les llegaría la Diagonal para salir por piernas y, cuando los cogiesen, una turba de tuiteros descontrolados pedirían que los colgasen por los dedos gordos de los pinreles desde el punto más alto de la Sagrada Familia.

Lo curioso es que el sustituto de Dani Alves en la banda derecha de Barça, después de cinco años y tras haber pasado por el puesto Douglas, Aleix Vidal, Sergi Roberto, Wagué, Semedo, Dest, Emerson y Mingueza, vuelva a ser el propio Dani Alves y que eso genere una ilusión desbordada en el club. Y es que como bien tuiteó @vonmarius1899 «Que la vuelta de Alves haga que la gente suba fotos de éxitos futbolísticos ¡de hace un decenio o más! es señal de que emocionalmente, afición y club aún viven de recuerdos, y de ahí no salen. Y lo que es peor, eso durará. Nos hemos instalado en una nostalgia enfermiza e insana». Para pensar y analizar.

También es cierto que la llegada del lateral brasileño ha generado reacciones de falsa alegría en la caverna, como queriendo demostrar una jocosidad fingida, conscientes de que ha vuelto una de sus mayores pesadillas de este siglo. Como recuerda @MisterCruyff14 «Dani Alves desde que es profesional ha ganado el doble de títulos oficiales que el Madrid (46 a 23)». Y, puestos a hacer chistes, me quedo con esta genialidad de @shiequitito «Oye, que se están riendo del fichaje de Alves cuando en su equipo tienen ex jugadores con obesidad mórbida como Isco, Marcelo y Hazard».

Al final, como siempre, el acierto o no del regreso de Alves al Barça lo marcará su adaptación al juego del equipo que implante Xavi, su jerarquía y disponibilidad para guiar a los jóvenes y su incidencia sobre el césped. Lo que está claro es que no viene de vacaciones porque dentro de poco más de un año se disputará la Copa del Mundo en Qatar, a la que quiere acudir con la canariha para poner el broche final a su carrera con el único título que le falta, el de campeón del mundo. Y conociendo al personaje, ¿alguien apostará a que no lo consigue? Yo tampoco. @Bajarlaalpasto1

Recordando a Garrincha

«Cuando él estaba allí, el campo de juego era un picadero de circo, la pelota un bicho amaestrado, el partido, una invitación a la fiesta.» – Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo.

garrincha

Hace unos días, sin saber por qué, me acordé de Garrincha, un futbolista al que siempre admiré sin haberlo visto más que en algunas imágenes de mala calidad de la época y haber leído muchas historias sobre su vida. El crack brasileño – del que Eduardo Galeano en su libro ‘El fútbol a sol y sombra’ escribió «nunca hubo un puntero derecho como él» – formó parte de la que pasa por ser la mejor delantera de la historia del fútbol y que uno repite de carrerilla: Garrincha, Didí, Vavá, Pelé y Zagallo.

Ese día compartí en mis redes sociales un vídeo fantástico con algunas de sus jugadas, acompañadas de su historia contada y cantada por el cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa, y un post publicado en el portal Fútbol PRO, en el que se resume de forma muy amena su azarosa vida deportiva y personal.

El motivo de este post no es otro que recordar a uno de los mayores genios del planeta fútbol, y recomendaros a los muy futboleros que conozcáis y os acerquéis a la figura de Garrincha, porque como dice el maestro Galeano  cuando él estaba allí, el campo de juego era un picadero de circo; la pelota, un bicho amaestrado; el partido, una invitación a la fiesta. @Bajarlaalpasto

 

Perdónanos, Paulinho

«La ignorancia es atrevida.» – Domingo Faustino Sarmiento, político, militar y escritor argentino del siglo XIX.

paulinho

Vivimos en un país en el que cualquiera presume de saber más de medicina que los médicos, de economía más que los economistas y, sobre todo, de fútbol mucho más – ¡pero mucho más! – que cualquier técnico. Es más, sólo os recuerdo que el subtítulo de este blog es «Si sé más de fútbol me muero»… así, hasta el fondo y sin anestesia 😉

En el caso concreto del fútbol, las barras de los bares y las redes sociales están llenas de expertos que pontifican sobre el deporte rey, despreciando las opiniones en contra y considerando unos ignorantes a los que osen rebatir sus sesudos análisis. Normalmente, esos predicadores futboleros no han pasado en su vida de haberle dado cuatro patadas a un bote y de haber ganado dos partidas al futbolín.

Este verano el barcelonismo se puso en pie de guerra cuando se empezó a rumorear que uno de los fichajes para esta temporada sería Paulinho, un internacional brasileño que jugaba en la liga china tras un triste paso por la Premier League. Críticas a la directiva, menosprecio a los técnicos y chistes y más chistes sobre quién carallo era ese tal Paulinho… a quien casi nadie había visto jugar.

Ahora, tras solo ocho jornadas de liga y tres de Champions, el centrocampista de la canarinha ha pasado en un tiempo record de ser ‘un tal Paulinho’ a ser tratado como Don José Paulo Bezerra Maciel Júnior. Y lo ha conseguido haciendo lo mejor que sabe hacer: jugando al fútbol y asumiendo su rol como componente de la clase media en un plantillón como tiene el FC Barcelona.

Paulinho no se ha criado en la Massía ni tiene ADN Barça. Pero juega un fútbol fácil, a uno o dos toques, abarca mucho campo, va bien a la presión, roba balones, interrumpe las transiciones del rival, libera a Busquets, llega al área desde la segunda línea y tiene remate a gol. En resumen, es un perfil de jugador que no tenía el equipo culé y que está aportando nuevas soluciones.

No venderá muchas camisetas, ni los niños se pelearán por ser Paulinho, pero seguro que poco a poco sus compañeros se sentirán más arropados con él sobre el terreno de juego. Además, es consciente de que con casi treinta años y prácticamente desahuciado en una liga menor – aunque seguía jugando con Brasil – le ha tocado la lotería fichando por uno de los trasatlánticos del fútbol mundial, y está demostrando que no va a dejar escapar este tren.

Ahora muchos nos hemos subido al carro de Paulinho, yo el primero; y por eso propongo que hagamos un ejercicio de autocrítica, le llevemos la contraria a la cita que encabeza este post y digamos: «Perdónamos, Paulinho, porque no sabíamos lo que decíamos… ni lo que tuiteábamos». @Bajarlaalpasto