Fuera la basura de las ruedas de prensa del Barça

«En California no tiran la basura: la convierten en programas de televisión.» – Woody Allen, director de cine, actor, guionista y músico estadounidense.

En la previa del partido FC Barcelona – Nápoles de 1/8 de final de la Europa League comparecieron Xavi y Pedri en rueda de prensa para responder, supuestamente, a las preguntas relacionadas con ese enfrentamiento. Esto es lo que sucedería ante unos medios de comunicación interesados por informar, pero es imposible cuando los pseudoperiodistas son simples pesebreros que actúan como correa de transmisión de la empresas que les llenan la nevera a cambio de dejar su prestigio profesional – muchos no han llegado siquiera a tenerlo – a la altura del betún.

Y tristemente eso fue lo que sucedió. El primero en sentarse ante los (des)informadores fue Pedri, que ya tuvo que soportar la primera bobada cuando le preguntaron «¿Mbappé o Haaland?». Ante semejante salida de pata de banco, el centrocampista azulgrana tiró de recursos como hace cuando está rodeado de rivales, tiró un amago y le metió un caño al tonto con micrófono: «Ambos son grandes futbolistas, sin embargo, mi enfoque está en el partido de Napoli.» Y a otra cosa.

A continuación, Xavi tomó el relevo, y demostró que sigue teniendo la misma cabeza bien amueblada que tenía cuando durante años fue el director de orquesta del Barça y de la selección española, y que conserva la paciencia que tenía cuando tocaba y tocaba, y paraba y cambiaba, y ora iba ora se quedaba, para desestabilizar a las pobladas defensas rivales. Porque sino sería imposible aguantar con una sonrisa la bochornosa intervención de una tal Helena Condis, que insistía en preguntarle por Mbappé, cumpliendo con su papel de marioneta mientras Juanma Castaño movía los hilos buscando detritus para su estercolero mediático nocturno El partidazo de Cope.

La solución para acabar con la utilización espuria de las rueda de prensa para buscar únicamente un titular explosivo sería regularlas, admitiendo solo preguntas relacionadas con el motivo de su convocatoria y que un encargado del departamento de comunicación del club (estoy hablando del Barça, pero valdría para todos) interrumpiese las intervenciones y le retirase la palabra, e incluso la acreditación para futuras comparecencias, al medio que incumpla. Y punto. @Bajarlaalpasto

 

Al madridismo se le incrusta el Balón de Oro en el ojete

«Lo que comienza con el odio, termina en la vergüenza.» – Benjamin Franklin, político y científico estadounidense.

Con los trofeos más que merecidos ganados por Messi, Alexia Putellas y Pedri, la gala del Balón de Oro 2021 se tiñó de blaugrana, lo que ha provocado un aluvión de críticas y llantos en la caverna madridista, acostumbrada a mirarse el ombliguito y siendo incapaz de admitir que, mas allá de hasta donde llegan los altavoces mediáticos de Su Florentineza, no engañan a nadie.

Desde que Florentino Pérez se hizo con el control de la casa blancabajo un régimen de semipropiedad encubierto, machihembrado entre una falsa ilusión de que el club es propiedad de los socios y un sistema electoral pergeñado para eliminar cualquier atisbo de disidencia – ha sido capaz de prostituir todo lo que rodea al mundo del fútbol, desde las competiciones nacionales hasta la Champions, pasando por los medios de comunicación, el VAR y, por supuesto, el Balón de Oro. En este caso, siempre optó por comprarlos antes que producirlos, de ahí que sea un gran misterio el motivo por el cual a la cantera merengue se le bautizase con el nombre de La Fábrica. Y así se hizo con los Zidane, Figo, Owen, Ronaldo ‘el bueno’, Cannavaro, Kaká y con un Cristiano Ronaldo que llegó a Madrid con su primer BdO ganado en el United, y al que el conseguidor le sumó otros cuatro a su palmarés, a base de reabrir votaciones y de trufar con la ayuda de sus palmeros como grandes hazañas el marcar penaltis regalados o el empujar balones a puerta vacía o en fuera de juego.

Una vez consumada la espantada de la vedette de Madeira a la Juventus, Florentino se propuso darle una vuelta más al columpio, convenciendo a Modric de que le conseguiría el dorado trofeo a cambio de que renunciase a su intención de abandonar el Real Madrid tras el Mundial de Rusia 2018 para irse al Inter. Y así fue. Presentó como credenciales para hacerle merecedor de tal honor que ese año el croata había ganado la Champions, con una participación intrascendente, y había sido subcampeón del mundo con su selección, aunque no fue ni de lejos gracias a su rendimiento. A los supuestos méritos deportivos le sumó dos historietas lacrimógenas con pinta de fake news, como que había sido un niño de la guerra y pastor de cabras, y Lukita – llamado así por el madridismo más bobo y cursi – se hizo con un inmerecido Balón de Oro.

En esta edición, el mandamás merengue pensó que podría volver a engañar a los trompeteros de ‘France Football’ y que Benzema, su capitán-delincuente, ganase el prestigioso trofeo, tras un año en el que firmó un nadaplete con su club, un desastrosa Eurocopa y un título de Nations League atracado a la selección de Luis Enrique. Pero fue tal el circo mediático que organizaron los pesebreros desde los medios financiados por el capo, que hasta el delantero francés se creyó que lo iba a ganar, hasta el punto de que se llegó a comentar que ya había ido a Bricoking a comprar una estantería para colocarlo.

Pero al final se impuso la lógica y el Balón de Oro de este año lo ganó Messi, por ser simplemente el que mejor jugó al fútbol (que es lo que debería ser este premio), quedando Benzema fuera del podium y cerrando Modric la lista de 30 candidatos. A partir de ese momento, salida en tromba de los chiringuiteros y demás fauna inclasificable equipados con un móvil y/o con un micrófono, para dar rienda suelta a sus frustraciones. Y es que ya sabemos que los bobomerengues son bipolares: se pasan meses y meses dando el puto coñazo con el Balón de Oro y el día de la gala de entrega desaparecen si no les gustan los resultados, o se ponen a hablar de tongo, estafa y pucherazo… y empiezan a dar el puto coñazo con el del año que viene. Y así en bucle.

Por el bien del fútbol y de la supervivencia del Balón de Oro, esperemos que sus organizadores no vuelvan a caer en viejas tentaciones y no se dejen manipular por quien se vale de un club como el Real Madrid para medrar y para ponerlo al servicio de intereses espurios que nada tiene que ver con el deporte. Y su aborregada afición tiene dos opciones: o espabilar y alejarse de ese modelo caudillista basado en una supuesta supremacía merengue, o seguir comulgando con ruedas de molino y entonces tener que untarse las cavidades corpóreas en las que nunca da el sol con ungüentos para aliviar el escozor cada vez que no se cumplen sus fabulaciones. Y mientras se deciden, seguirán balando: BEEEEEEEEEnzema. @Bajarlaalpasto1

Luis Enrique vuelve a retratar al nazionalmadridismo

“Convicciones fuertes preceden a las grandes acciones.” – James Freeman Clarke, teólogo estadounidense.

Desde la pasada Eurocopa en la que la selección española firmó una gran actuación llegando a semifinales, donde fue eliminada injustamente por la Italia que se proclamaría campeona, cuando el seleccionador nacional Luis Enrique anuncia una nueva convocatoria, gran parte del fútbol español – desde pesebreros que manchan la profesión de periodista desde sus estercoleros mediáticos hasta aficionados que en su vida le han dado un puntapié a un bote, pasando por una cohorte de tuiteros que utilizan las redes sociales para dar rienda suelta a sus frustraciones – se pone en pie de guerra para criticar la lista, muchas veces antes de leerla completa y ya no digamos de analizarla.

Y es que ese grupo, capitaneado por la facción más radical del madridismo, como es el nazionalmadridismo, formado por los merengones más rancios, con olor a naftalina y llenos de caspa, se cree que sigue siendo el propietario de la selección, como sucedía en las épocas históricas más tristes y desoladoras del combinado nacional, y su sueño húmedo es tener al frente de la misma a un meapilas a quien pastorear para que la roja no sea nada más que una sucursal de la cochiquera del Bernabéu. El ejemplo más cercano es el de Lopetegui, a quien el convocar a los suplentes del Real Madrid le sirvió para que Florentino Pérez entrase a degüello en el vestuario de la selección en vísperas del inicio del Mundial de Rusia’18 para llevárselo con malas artes.

Pero con Luis Enrique, como diría un sabio popular, “van de cachas, cuesta arriba y con el viento en contra”, porque como diría otro castizo al asturiano las críticas “se la trae floja, oscilante y pendulona”, por lo que se siente libre para llamar – o no –  a quien considere oportuno.

Además, los resultados le están dando la razón. Y así, desde 2012 la selección española había dejado de ser un referente  en el panorama internacional, firmando ridículo tras ridículo, hasta que llegó Luis Enrique y la llevó a unas semifinales de Eurocopa y a la final four de la Nations League. Pero la miseria de sus críticos llega hasta el punto de que, en vez de reconocérselo, aseguran que se podría haber ganado la Euro si hubiese alistado a otro lateral derecho, al cuarto central del Real Madrid, a un centrocampista del Betis y al delantero del Celta, como si estuviésemos hablando de Cafú, Baressi, Neeskens y Batistuta.

Ahora el drama es que convoca a Gavi, como antes a Pedri, en vez de a Brahim Díaz. Y es que cómo estará un tal Nacho para que el nazionalmadridismo ya ni reclame su presencia en el puesto de Eric García o Laporte. Porque la pamema que organizaron con Sergio Ramos mejor no recordarla. Por cierto, un dato importante es que en el último partido de Champions, en el que el Madrid firmó un ridículo internacional frente al, ahora no recuerdo bien el nombre, el Bayern de Sheriff o el Sheriff City moldavo, Carleto acabó el partido con un once formado por 1 belga, 1 austríaco, 1 croata, 1 uruguayo, 1 alemán, 1 serbio, 2 franceses y 3 brasileños… vamos, que los que reparten carnets de españoles buenos y malos tienen la cara más dura que todo el cemento utilizado en la reforma del Alibabá Stadium, para acusar al seleccionador de antimadridista por no convocar a ningún jugador merengue.

Y es que en fondo son unos cachondos y lo que no quieren para ellos, lo quieren para los demás. Pero si a Rubiales no le tiembla el pulso y sigue aguantando las muchas presiones que está teniendo, los nazionalmadridistas van a seguir teniendo ese escozor en el ojete que les provoca cada victoria que consigue la selección con Luis Enrique al frente. @Bajarlaalpasto1